
No sólo está mostrando como las niñas adoran a éste tipo de muñecas, cosa que es obvia, sino de cómo esto influye en las mismas en la edad adulta.
Queremos a la barbie, en la niñez la utilizamos, no sólo para jugar, sino para hacer de ella la imagen de lo que querríamos para nosotras mismas en la etapa adulta, y tal vez con ese estúpido gesto comience la tortura.
Cuando crecemos nos olvidamos de nuestro futuro como mujeres profesionales, para centrarnos en nuestro presente como barbies, y sobre todo, en cuanto más o menos nos parecemos a una. Cuando hablo de barbie no sólo me refiero a esa imagen de rubia tonta, pero de verdad me asombra que aún persigamos la imagen, como si todas fuéramos la misma, o pudiéramos serlo.
Como luchar contra un porcentaje tan alto de mujeres que no es capaz de olvidar lo que refleja su físico, y cualquiera puede decirme que eso no es asi, y tal vez pueda pensar que las cosas cambian pero lo que yo veo es que la mayoría de nosotras nos medimos a nosotras mismas, y trístemente nos miden por nuestro físico, y este es un problema creado por multitud de empresas de diversos sectores, que nos dirigen hacia su perfección estética.
Me gustaría no ser catalogada por mi físico y sobre todo que no se hicieran tratos de favor a los portentos de la naturaleza, porque el físico, seas como seas no tiene ningún mérito.
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